Al contrario de lo que muchos suelen pensar, la baja visión, la reducción notable de la visión que impide hacer actividades cotidianas, puede mejorar mediante ayudas ópticas.
La baja visión es una discapacidad fruto de un accidente o de una enfermedad hereditaria o degenerativa. En la práctica, quien padece de baja visión no puede realizar las tareas más cotidianas, como leer una revista, ver la televisión, conducir o moverse en su entorno en condiciones de seguridad.